jueves, 20 de junio de 2013

Otra copa de ron


 Dice el periodista Ernesto Schoo en su libro Cuadernos de la sombra: “…la muchacha de la que se había enamorado se llamaba Georgia, bailaba en un cabaret y era bellísima. Yo, a mi vez, me enamoré de Georgia”.  Cierro el libro y pienso en ese nombre…claro, este sábado Los Pumas juegan con la selección georgiana, por la Copa Bacardi, en San Juan.  Un grupo de personas de un país del este de Europa, que tiene un alfabeto único, cruza el globo para jugar en una provincia montañosa argentina, por un trofeo con nombre de ron.

  En Georgia, un deporte ancestral se llama “Lelo”, como se contó acá, y tiene ciertas semejanzas con el rugby. Quizá eso haya ayudado al buen desarrollo de este deporte en ese país.  Nos cuenta el georgiano Giorgi Gamtsemlidze, quien jugó rugby en su país, en Bélgica y hasta en Jordania y trabajó como manager en la Unión Georgiana de Rugby (cuyo logo aparece en la foto de esta entrada): “En realidad, no creo que el Lelo haya ayudado al desarrollo del rugby en Georgia, pero la verdad es un deporte parecido. El Lelo se juega una vez por año, en Pascuas, en la aldea de Shukuti. Después está el Leloburti, que es una versión más aggiornada del Leloi”.

  En el Lelo original, dos equipos, representativos cada uno de un pueblo distinto, jugaban un partido generalmente en el terreno ubicado entre dos ríos, y ganaba el que más veces apoyaba una pelota sobre la orilla del curso del agua del contrario.  La pelota podía patearse o llevarse con las manos. Y, a veces, hasta podían usarse caballos para llevarla.  En la antigüedad, el terreno de juego podía tener ¡kilómetros! de extensión, e incluir valles, arroyos, bosques.

  Ya bajo dominio soviético, el “Lelo” fue reglamentado, y se decidió que cada equipo tenga 15 jugadores, que se pueda pasar la pelota (rellena de pasto o lana de oveja) hacia adelante, y que cada jugador puede tener el balón no más de cinco segundos.  Los participantes pueden sacarle la pelota de las manos a sus rivales, pero no deben obstruirlos sin la pelota, ni empujarlos deliberadamente. 

 El rugby unión llegó al país a fines del siglo XIX, cuando, como en tantos lados, empleados ingleses de una compañía y amantes del deporte, se unieron a georgianos que jugaban “Lelo”. En 1967, la visita de coachs franceses reactivó el progreso del rugby georgiano.

   Gamtsemlidze asegura que “el rugby es el segundo deporte después del fútbol y es el seleccionado deportivo más exitoso; tenemos 6000 jugadores fichados, muchos de ellos profesionales que juegan en Francia.” En cuanto a la organización de las competencias del rugby local, cuenta: “Tenemos 3 ligas, la principal con 10 equipos, la segunda división y una amateur. En la primera división el gobierno financia a los clubes, y los jugadores cobran un pequeño salario”. Eso sí: “los referees son muy pocos, tenemos un problema importante con eso”, agrega.

  Georgia ganó a principios de año la Copa Europea de Naciones  (una especie de “6 Naciones B”), superando a Bélgica, España, Rusia y Portugal y empatando con Rumania. Pero en la reciente Copa Tbilisi (nombre de la capital georgiana), que se realizó por primera vez, quedó tercero entre cuatro equipos, dejando atrás  a Uruguay pero abajo del campeón, South Africa President’s XV y del segundo, Emerging Ireland.  Según Gamtsemlidze,  dos de los titulares georgianos para enfrentar a Los Pumas,  Vasil Kakovin y Dazil Zirakashvili, son figuras de su país y juegan en el Toulouse y en el Clermont, respectivamente.

  Si bien las potencias siguen siendo las mismas, la pelota ovalada pica más y más en distintos países.  ¿O quién imaginaba hace 20 años que Finlandia, Camboya o Costa Rica tuvieran selección de rugby? Georgia, con mucha más historia, quiere seguir pisando fuerte. ¿Qué harán ante Los Pumas,  en el oeste argentino?

 

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1 comentario:

Tomémonos unos instantes para pensar qué se va a escribir. Mensajes agresivos, publicidades, chismes, van directamente a la papelera de reciclaje. Gracias.