Este vagón del
Mitre parece que tuviera como destino Villa Gesell o Pinamar; muchas parejitas,
ellas con musculosas y shorts con tela de jean, ellos con remeras y cargando
equipos de mate. Los que viajan solos también apenas pasan los 20 años, como la
chica de labios pintados de rojo intenso que contrastan con la blancura de su
piel, o el chico de rastas que teclea frenético su celular. Este convoy es
cómodo, con aire acondicionado, carteles indicadores que funcionan y asientos
en estado perfecto. ¿Tendrán el mismo servicio las personas que viajan a
Quilmes en el Roca, o a González Catán en el Belgrano Sur? Por lo pronto,
mientras a los costados de las vías crecen las violetas en flor y se ven
paredes con pintadas que dicen “Defe Campeón”, el tren sale de Capital y se
mete en las estaciones de Vicente López, Olivos, La Lucila, Beccar, Martínez. Y
nadie baja. Recién los primeros que descienden lo hacen en San Isidro. El resto se presume que seguirá viaje para
pasar el domingo por Tigre o alrededores.
Pero yo bajo en territorio sanisidrense.
Las calles están
silenciosas como los parquímetros que están sembrados por todo el centro de la
ciudad. A las pocas cuadras de la estación, está una de las entradas del Club
Atlético San Isidro (CASI), fundado en 1902 y símbolo deportivo de la zona, en
general, y del rugby, en particular. Se ven grupitos de chicas ir y venir, el
clima no parece el de un clásico CASI-SIC. Mientras el 168, siempre vestido de rojo, azul y
negro, lleva a sus pasajeros de regreso a Capital, tomo la calle Martín Fierro y después Labaradén, que desemboca en una
rotonda. Otra vuelta más, ya por la calle Juan Cruz Varela, y llego a la
entrada a la cancha, en donde hay 150 metros de cola, formada por, sobre todo,
chicas de entre 15 y 20 años, aunque también hay padres, madres y algunos varones jóvenes. Es el comienzo de la jornada que la ong
Audela, que lucha porque la sociedad se concientice acerca de las necesidades y
derechos de las personas con discapacidad, realiza en el CASI.
A los pocos metros
de ingresar al club, uno se topa con el “Gallito Ciego Móvil”: un container
negro, en donde la ong difunde la experiencia de comer a oscuras, con platos
elaborados por personas ciegas o con una disminución importante en la
vista. Más allá de ser algo semejante a
lo que vive alguien que no tiene visión,
quizá lo significativo sea poner de relieve la importancia de generar
puestos de trabajo para todos, porque quien tiene una discapacidad está en
muchas peores condiciones para que le den una posibilidad laboral. Más de 100
personas, en su mayoría chicas, esperan su turno para ingresar al móvil.
¿A qué se debe
tanta presencia de nenas y no tan nenas? A que uno de los platos fuertes será
un desafío de hockey sobre césped entre algunos Pumas versus jugadoras del
seleccionado femenino “Las Leonas”. Por eso se ven chicas con los colores de
sus clubes: se ven jugadoras de Laferrere, Olivos, Defensores de Gaboto, Liceo
Naval, San Albano, Liceo Militar, Náutico Hacoaj. La simbiosis entre rugby y
hockey sobre césped es muy fuerte, y el estadio del CASI representa esa
combinación.
El predomino de mujeres quizá explique que en los puestos de comida y se vendan ensaladas de frutas
y chocolates. Aunque hay, claro, espacio para los choripanes. Las jugadoras de
hockey del CASI recorren las instalaciones para ofrecer rifas para Audela, con
el premio de una remera de Las Leonas, otra de Los Pumas, ropa deportiva,
pelotas de rugby y palos.
Audela realiza
charlas de sensibilización para fomentar la integración de las personas con
discapacidad tanto en escuelas como en empresas. Y además, lleva adelante el “Gallito
Ciego Móvil”, verdadero restorán ambulante gestionado por no videntes. Desde
2010, realiza para diciembre el desafío en hockey entre Leonas y Pumas.
Por todas las
canchas del CASI se realizan clínicas básicas para practicar destrezas en
hockey y rugby, a cargo de jugadoras y jugadores de los seleccionados
argentinos. Esta vez, el hockey domina: cada vez que la conductora del acto
pregunta a la multitud quién quiere que gane el Desafío, la mayoría abrumadora
grita: “Las Leonassss”. También hay
agradecimientos públicos para la Municipalidad de San Isidro y los sponsors.
Después de las
clínicas, tocan Los Bonnitos, una banda del estilo de Agapornis, formada por
rugbiers del CASI. Luego dijo unas
palabras la directora de Audela, Mónica Espina, lo que ayuda a que no se
desdibuje el perfil solidario del evento, riesgo siempre latente cuando hay
deportistas muy conocidos.
Acto seguido, los
jugadores de fútbol para ciegos de Huracán ofrecen una exhibición de ese
deporte. Seguramente es un domingo de gloria para ellos, tanto porque
pudieron mostrar lo que saben hacer ante miles de personas como porque el club
de Parque Patricios volvió a Primera “A” en el fútbol profesional.
Antes del Desafío de
hockey, Sandra Mihanovich canta el Himno Nacional, que además es interpretado
en lengua de señas. Ya en plena noche,
con la iluminación artificial de CASI a pleno, y miles de personas en las tres
tribunas del club, se juega el partido entre Pumas y Leonas. Para los primeros
participan Belisario Agulla, Felipe y Manuel Contepomi, Juan Martín Hernández
(en la foto, tomada por Federico Castro Olivera, junto a una Leona), Lucas
Borges, Lucas Ponce, Martín Landajo, Matías Moroni, Santiago González Iglesias,
Javier Ortega Desio, Matías Vila, Bici Querejeta (estos dos últimos, jugadores
de hockey). Por las Leonas están Belén
Succi, Carla Rebecchi, Cecilia Rognoni, Rosario Luchetti, Claudia Burkart,
Delfina Merino, Inés Arrondo, Jorgelina Bertoni, Agustina Albertario, Jorgelina
Rimoldi, Magdalena Aicega, Noel Barrionuevo, Vanina Oneto y Silvina D'Elia. El
partido termina 1 a 1, pero eso es
apenas un detalle.
Las chicas del CASI,
con pasión, corretean a todo el mundo
para conseguir que les compraran rifas para Audela. Quien esto escribe, al
retirarse, escucha el siguiente diálogo:
-Señor, ¿no me compra una rifa para Audela?
-Es que ya compré cinco.
-¿Y si compra seis….?,, dice, con una sonrisa.